Salas de conciertos: la importancia del asociacionismo sectorial.
Artículo de Isaac Vivero, Presidente de ACCES, la Asociación Estatal de Salas de Conciertos, y de Murcia Live!, la Asociación de Salas de Conciertos de la Región de Murcia, en la Guía BIME 2024.
La música en directo vive el mejor momento de su historia, al menos en lo referente a volumen de facturación. Una vez superada la pandemia, el año 2022 arrojó cifras récord que fueron superadas en 2023 y volverán a ser superadas en 2024, según los datos publicados por las grandes promotoras. Se celebran más grandes eventos que nunca y éstos venden más entradas que nunca, que además son más caras que nunca. En España se organizan alrededor de 1.000 festivales al año y una cantidad ingente de macro conciertos con artistas que agotan las entradas de inmensos recintos con muchos meses de antelación.
Todo parece muy bonito y floreciente, pero la frondosidad de los grandes árboles no deja ver el bosque, un bosque en el que convive un diverso y frágil ecosistema que necesita que los rayos de sol, las gotas de lluvia y los nutrientes lleguen a la parte de abajo, a la base, a las raíces que son el sustento de todo lo que hay por encima.
Desde el mundo anglosajón, que es la cuna de este negocio, llegan gritos de alarma. En el año 2023 cerraron 125 salas de conciertos en el Reino Unido, incapaces de competir con las macro giras que llenan estadios. Bandas como The Cure, Oasis o Radiohead debutaron en escenarios que hoy no existen, perdiéndose con ellos miles de puestos de trabajo, una nutrida oferta cultural y unos espacios sin los que los artistas emergentes carecen de oportunidades.
La mayoría de los artistas que hoy llenan grandes recintos dieron sus primeros conciertos en pequeñas salas. Si estos espacios de cultura desaparecen, ¿cómo podrán abrirse paso los artistas emergentes en el futuro? Según palabras de Mark Davyd, Director de Music Venue Trust, la Asociación de Salas de Conciertos del Reino Unido, corremos el riesgo de perder la próxima generación de talento porque lo estamos haciendo mal. Las salas de conciertos son un tesoro cultural, frágiles laboratorios de talento que hay que proteger y potenciar.
La financiación de los grandes eventos no solo se sustenta de la venta de entradas y de la parte hostelera, la mayor parte cuenta con un importante aporte en patrocinios de grandes marcas y cuantiosas ayudas públicas. Las instituciones apoyan sin dudar macro conciertos que congregan a miles de personas, llenan hoteles y consiguen una importante repercusión mediática, a costa, eso sí, de una más que discutible sostenibilidad ambiental, y de una cada vez más patente molestia vecinal. El caso del Santiago Bernabéu es muy sonado, pero es un problema que se repite en cuidades de todo el país.
Al otro lado están las salas de conciertos que, pese a celebrar pequeños eventos con una reducida cantidad de público en cada uno (el aforo medio de las salas de conciertos de España está en torno a las 200 personas), se trata de un trabajo constante, de día a día, a lo largo de todo el año, creando escena, comunidad, cultura de base, afición, con un volumen de actividad que en su conjunto supera con creces al de muchos grandes eventos, pero que se produce poco a poco, de forma reposada, con constancia, sin requerir inmensos e insostenibles despliegues de infraestructuras, sin causar molestias a la ciudadanía, pero ofreciendo una riqueza cultural inmensa, a la par que una actividad económica constante, desestacionalizada, creando empleo estable en un auténtico vivero de talento, tanto artístico como profesional, y de nuevo público.
No se trata de criminalizar los grandes eventos, se trata de buscar un equilibrio. Los macro conciertos, los festivales y las salas de conciertos son elementos de un mismo ecosistema, el de la música en directo, y deben coexistir en armonía, ocupando cada uno de ellos su propio espacio, sin invadir espacios ajenos, entendiendo que todos son igual de importantes, todos son necesarios, y todos deben ser apoyados y potenciados en su justa medida. Pero, ¿cómo puede conseguir su espacio el eslabón más débil de la cadena? La sabia naturaleza nos enseña el camino a seguir. ¿Cómo se protegen en el inmenso mar los pequeños peces de los grandes depredadores? Uniéndose en grandes cardúmenes. La unión hace la fuerza.
En España hay alrededor de 300 salas de conciertos asociadas, incluyendo desde pequeños locales con aforo de 50 personas o menos, a grandes salas con aforo de varios miles de personas, organizadas a su vez en diferentes asociaciones territoriales, formando parte además de una asociación internacional que cuenta con más de 3.000 salas asociadas de 16 países diferentes. Esta unión, y los logros conseguidos gracias al constante trabajo asociativo desarrollado en los últimos 20 años, nos indican que vamos en la dirección correcta, pero queda muchísimo por hacer. Precisamente en este momento, en el que la música de base se ve más amenazada que nunca por los grandes depredadores, las salas de conciertos deben estar más unidas que nunca, compartiendo esfuerzos e información para conseguir entre todas un objetivo común, la consolidación y el impulso de un sector clave en la cadena de valor de la música en directo.
A nivel municipal, provincial, autonómico, estatal e internacional, solo la unión del sector de las salas de conciertos puede dar a estos imprescindibles espacios la fuerza necesaria para garantizar su supervivencia, que a la larga significará la supervivencia de todo el sector de la música en directo, que tiene en las salas de conciertos su base, su raíz. Solo abonando y regando las raíces podrán seguir floreciendo los grandes árboles. Trabajemos juntas para que así sea.
Isaac Vivero, Presidente de ACCES, la Asociación Estatal de Salas de Conciertos